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Mostrando entradas de febrero, 2010

La crueldad de la inocencia

El calor en Buenos Aires era sofocante, y moverse dentro de ella auguraba adentrarse en un mundo sudorífero y maloliente. Bajo el aire acondicionado de aquella sala nadie parecía pasar un mal momento, como si fuese una balsa en medio de un naufragio, los viejos y perdidos pacientes parecían desesperados por conseguir un turno tan sólo para evitar el calor. Sentada frente a una mujer de sesenta años repleta de alhajas, muy elegante, había un muchacho de dieciséis años. Se mostraba serio, y por momentos, levantaba las cejas como si sus pensamientos lo empujasen a expresar con su rostro lo que no hacía con palabras. Repentinamente, se puso de pie y sin mediar aviso bajó el aire a su capacidad media. La mujer lo miró fijo, con un rostro rígido y contrariado. - Disculpá… ¿No te molestaría dejar el aire donde estaba? Tengo mucho calor…- dijo la mujer - Es que tengo tos señora y el frío me está matando. – le contestó en un tono amable el joven - Te entiendo; pero, ¿Sabes que pasa tesor